lunes, 22 de octubre de 2012

LA MONJA QUE BESÓ A ELVIS

LA MOJA
QUE BESÓ A ELVIS
La mujer que le dio el primer beso en el cine a Elvis Presley se prepara para salir del convento de clausura, volar a Hollywood y desfilar por la alfombra roja de la entrada del Teatro Kodak para asistir a la entrega de los Oscar. Será la cuarta vez que participe en la gala, aunque hace 50 años de la última ocasión, cuando fue la encargada de entregar uno de los premios.
Se rumorea que la hoy madre Dolores Hart fue uno de los grandes amores de Elvis, una idea que ella califica de «injuriosa». Participó en dos películas con el cantante, y trabajó también con Anthony Quinn, Montgomey Clift, Robert Wagner y George Hamilton.
Estuvo a punto de firmar con el productor de Casablanca, Harold B. Wallis, un contrato por más de un millón de dólares anuales. Uno de los modistos de las estrellas le había terminado el traje para su boda con Don Robinson, un promotor inmobiliario millonario de Los Ángeles. A los 24 años, tenía Hollywood a sus pies. Y… lo dejó todo para hacerse monja de clausura en la Abadía de Regina Landis.
Hollywood no es, ciertamente, un convento, a pesar de que Hart se las arregló para encontrar a Dios por su cuenta. Hija de dos actores divorciados y criada en un ambiente ajeno a cualquier religión, ella pidió que la bautizaran cuando tenía 10 años.
A los 73, Hart regresa a Hollywood convertida, de nuevo, en estrella. Esta vez, del documental sobre su vida God is the bigger Elvis (Dios es el Elvis más grande), finalista en la categoría de cortometrajes de no ficción.
En su convento, Hart es la abadesa. Y no ha dejado, de todas formas, su vocación artística: en 1996, grabó un CD con oraciones y cánticos religiosos titulado Recordaré.
La hermana Dolores ha usado sus conexiones en Hollywood. Cuando la comunidad necesitó una nueva instalación eléctrica, se encontró con que no tenía dinero. Una llamada telefónica de la madre Dolores a un viejo conocido, y todo quedó arreglado. ¿El nombre del donante? Paul Newman.
Hart es miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas, lo que implica que puede votar en los Oscar y que su opinión vale tanto como la de Steven Spielberg o Peter Jackson.
Su pasado aún le sigue rondando. Hart, sin embargo, no echa de menos su vida de estrella.
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